Seguidores

martes, 17 de enero de 2012

Vidas cruzadas...

El despertador había sonado hacía un par de minutos, yo me seguía haciendo la remolona.
Lunes, primero del año con clase.
Vuelta a la rutina.
La verdad es que ya no tenía sueño pero las pocas ganas de levantarme me superaban.
No me dió tiempo a plantearme el l¡irme levantando, cuando sonó mi móvil. Mamá.
- Buenos días,¿estás despierta?
-Hola, sí...
- No me tienes voz de despierta, levanta el culo, anda. Y no quiero ni una falta más!
-Valee...Ya voy. Chao.
-Chao, beso.
Que pocas ganas, pero bueno es lo que tocaba. Ya con un poco de prisa, que iban a ser las ocho, y precisamente rápida no soy arreglandome.
Ducha. Rápido.
Ropa. Pantalón morado, jersey de rayas blanco y negro, sudadera gris, tenis azules...
Me vestí y me maquillé, cogí un par de cosas que faltaban en el bolso y preparada.
Ya iban a ser menos diez, así que ya podía ir saliendo.
Sí que tenía sueño, lo de leer, con lo que me gusta, hasta las tantas no es bueno, ni cinco horas durrmiera.
Como pesaba el bolso. Archivador, la libreta de Bob Esponja de escribir, el cuaderno azul, el gorro, y el libro causante de mis pocas horas de sueño, ''Si tu me dices ven lo dejo todo...Pero dime ven'' de Albert Espinosa.
Que de gente había por el puente, como se nota que iba tarde, ya me debían de estar esperando las chicas.
Mis huracanes. Allí estaban.
La de la mejor sonrisa. La Cuqui. Cris.
Con unos vaqueros, una camiseta de esas con puntillas que tanto le gustan, unas bailarinas y la chaqueta de rayas azules y blancas que le regalé ayer.
Cris, es un amor, es pequeña pero matona, una de esas personas que luego te das tiempo merece la pena conocer. La rodea una aureola Cuqui allí donde va, es especial a su modo, como todas. Le cuesta darse a conocer pero una vez lo hace, es como llevar una sonrisa permanente al lado. Cuando tiene que dejar las cosas claras lo hace, y de que manera, te deja con la boca abierta. Se hace querer facilmente.
La conocemos desde hará por estas fechas un año. Ella quiere estudiar matemáticas.



La de las pecas. El Panecillo. Bárbara.
Pantalones vaqueros oscuros, básica gris con otra camiseta por encima y chaqueta de punto.
Va a su bola, a su rollo, a parte del mundo. Es bastante orgullosa y reservada, vamos consiguiendo conocerla poquito a poco. También se le va mucho la pinza, y conversaciones como las nuestras no hay.
A Bár la conozco de toda la vida, pero hace como cinco años perdimos contacto y lo estamos recuperando ahora, juntas en clase de nuevo. Aún no tiene muy claro que hará de su vida pero tendrá que ver con los animales y es un poco artista también.
Cada una con su mochila, riéndose posiblemente de mi y de la Peque, por llegar tarde, para no variar.

La de las Pestañas infinitas. La Peque. Ainhoa.
Con unos shorts y medias negras, una camiseta blanca y las botas altas, chaqueta de punto y pañuelo al cuello. Ainhoa, es la más pequeña, no está con nosotras en clase, estudia en el instituto que hay al lado del nuestro. Estña loca. Se puede hablar con ella de todo, las mejores charlas son por telefono cuando emepzamos a desvariar. Es a la que conocemos desde hace menos tiempo, a principios de verano, gracias a un concierto. Es complicada y andamos a que madure un poco, pero también se la quiere fácilmente.



Bueno, diré que yo, soy la chica de artes, un poco rarita. Antía, que aporta un tono de voz tal vez demasiado alto, y locuras varias. Estoy en clase con Cris y Bárbara, la verdad que el curso se hace llevadero así.

A primera hora nosotras tres no teníamos clase, y Ainhoa se venía igual. Quédamos en ir a desayunar, para mentalizarnos en el segundo trimestre, y seguir preparando el salto al mundo.
Fuimos comentando los últimos días de navidades y el finde, mientras íbamos hacia una de nuestras cafeterías favoritas. A finales de verano, convertida en nuestra. Los chocolates calentitos o los cafés se hacen indispensables los viernes o un día cualquiera. Nos sentamos en una de las mesas de siempre y pedimos.
La Cuqui, un chocolate, el Panecillo otro, yo un café con leche grande y la Peque uno pequeño.
-Bueno, preparadas para el segundo trimestre? - Nos preguntó Cris con ironía y una media sonrisa de esas tan suyas.
-Pfff...en absoluto, no hay ganas. no quiero ni verle la cara a la de gallego ni a la de Física - contesté yo- Sólo tengo ganas de plástica a la tarde.
-Bueno, vosotras estais todas juntas. Mirarlo así, yo menos mal que aún conozco a gente y tal.
-Es lo que toca y la liamos, lo sabeis. Y Ainhoa, siempre nos quedan las tardes y los viernes.
Nos tomamos aquello, entre olor a café, unas paredes marron oscuro y amarillo mostaza y risas.
Mientras, comentábamos el próximo fin de semana que saldríamos y planes varios para los días que se nos echaban encima.
Sobre menos veinte, salimos directas al instituto, en los menos de treinta metros que nos separaban del edificio, nos quedamos idas, cada una a lo suyo, en nuestra burbuja.
Sé en que pensaba Ainhoa, me podía hacer una idea, en el que se parece a mi Terremoto, o quién sabe si en aquel otro, que todas conocíamos. Quién sabe que pasaría.
También podía saber que se le pasaba por la cabeza a Bár, ahora nos había dicho que quería una relación seria, a ver si aparecía pronto, ese hombre para ella.
Yo, pensaba en el, mi niño grande. Tan perfectamente imperfecto, que me revolucionaba y volvía loca hacía unos meses. Carlos.
La que no me podía imaginar que pensaba era Cris. Desde finales de verano, vivía a su rollo en ese sentido, hacía bien, la verdad. Pero todas sabíamos que tarde o temprano, también caería.
Fue ella quién rompió el silencio, antes de despedirnos de Ainhoa y entrar en el insti.
-Qué? Estais atontadas! Venga a empezar bien el segundo trimestre, que ya no queda tanto para verano.
Todas sonreímos, nos despedimos de la Peque, y comentando algo sobre las siguientes clase y algún cotilleo olvidado en el desayuno, llegamos a la puerta del aula.




No hay comentarios:

Publicar un comentario